Ambiente musulmán
La muralla de la ciudad tiene un perímetro de 14 kilómetros y cuatro puertas: una en cada uno de los puntos cardinales. Existen puestos de alquiler de bicicletas para recorrer la muralla por la parte superior de sus muros. Hay que tener buenas piernas, pero es el único lugar de la ciudad donde tu pellejo no corre peligro de terminar debajo de un taxi. Dentro del recinto amurallado la vida bulle en los mercados y los templos. El más impresionante es la Gran Mezquita de Xi´an en el barrio islámico. En la República Popular viven 70 millones de musulmanes, fácilmente reconocibles por los peculiares gorros blancos que llevan sobre la cabeza. El recinto de la mezquita es el típico jardín oriental con varias dependencias donde los fieles se reúnen para hacer vida en comunidad. Cinco veces al día acuden al templo, que sólo puede ser observado desde el exterior por los turistas.
El barrio islámico (Beiyuan Men) acoge además un intrincado bazar y algunos locales donde se puede comer muy bien. Su especialidad son los pequeños tacos de carne de ternera que se sirven ensartados en un palo y con especias. Una opción muy sabrosa y barata. A las puertas de todos estos restaurantes se puede ver al cocinero con su peculiar gorro blanco en la cabeza y atizando las llamas con un paipay. También son muy típicos los fideos chinos con ternera, así que vas a tener que practicar con los palillos.
Vigilando siempre cómo la vida fluye por este bonito barrio, se levanta la Torre del Tambor a unos 200 metros de su gemela: la Torre de la Campana. Desde la primera se ordenaba cerrar la muralla a la caída de la noche y con el sonido de la campana se advertía a los habitantes de Xi´an de que había llegado un nuevo día. Fuera del recinto amurallado recomendamos visitar la Pagoda de la Oca, un templo budista con mucho encanto y una arquitectura única.
Los guerreros de terracota y la tumba del Emperador Qin Shi Huan
Pero el gran atractivo de Xi´an y el motivo de su fama mundial se encuentra fuera de la ciudad; a aproximadamente una hora de viaje en furgonetilla de alquiler. El precio es bastante asequible aunque los guías están obligados a parar en las tiendas de souvenirs. No es obligatorio comprar. En una especie de parque temático con varios edificios, largas colas y sobre todo, mucha gente está el gran ejército de terracota. Un verdadero ejército en formación de más de 7.000 soldados diferentes que sobrecogen el corazón del visitante que los ve en plena formación como hace 2.000 años. El yacimiento está dividido en varias zonas y se sabe que aún quedan muchos soldados por desenterrar. Originalmente estaban policromados aunque al sacarlos a la superficie la pintura se descascarilló. Poco más hay que decir de esta maravilla que nos deja ver la mentalidad del Emperador Qin Shi Huan; un megalómano obsesionado con la guerra y con la inmortalidad.
Pero si la historia de los guerreros es alucinante, la del Mausoleo de Qin sería un buen argumento para una novela. Hasta el siglo XIX, nadie había reparado en que una de las montañas de esta región escarpada podría no haber estado siempre ahí. Era cierto lo que decían los cronistas de la época: el primer Emperador se había mandado enterrar en un túmulo gigantesco con todo su séquito y con todas sus riquezas. Casi nada nuevo bajo el sol. Lo novedoso era que, según esas mismas fuentes, para proteger su descanso eterno de saqueadores, se había ideado un sistema de ríos de mercurio que haría imposible a cualquier ser humano acercarse por allí (la relación de este hombre con el mercurio es algo curioso ya que se lo llegaba a beber). Este argumento es uno de los que expone hoy el gobierno chino para no abrir el túmulo. Seguramente sea una leyenda para repeler a los ladrones, pero lo cierto es que el Mausoleo de Qin se ha convertido hoy en uno de los lugares más misteriosos de China (y para las autoridades lucrativo).

Antes de volver a la ciudad un breve paso por el Palacio de Verano de las primeras emperatrices y, aunque no lo pidáis os llevarán a contemplar una montaña donde el General Chiang-Kai-Chek escapó de la muerte y del invasor japonés antes de enfrentarse al omnipresente Mao.
Tal vez Xi´an no tenga la historia de Beijing, ni los rascacielos de Shanghai pero su atractivo centro urbano unido a la maravillosa herencia de sus alrededores la convierten en un destino imprescindible en la China de hoy.
1 comentario:
Las explicaciones son cojonudas. Parece ke lo estás viendo...
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